REV Packaging Solutions lanza un nuevo desafío: ¿quién responderá?

No obstante queda mucho por hacer para llevar a cabo la transición ecológica empezada ya a principio de los 70 (y a lo mejor sólo un milagro podría salvarnos de la crisis climática a la que nos estamos dirigiendo), hemos innegablemente dado unos tímidos pasos adelante.

Por todas partes, se está difundiendo una cultura de la prevención en óptica de salvaguardia del medio ambiente que ha recalibrado la brújula del consumidor y que ha traído consigo nuevos patrones de comportamiento destinados a proporcionar una respuesta pragmática y eficaz a la cuestión de la sostenibilidad: la evolución ya no puede prescindir del confronto col medio ambiente, todo el mundo quiere (y tiene que) hacer su propia parte.

Las últimas investigaciones de mercado destacan como, en la elección de qué comprar, en la vida diaria, junto a la calidad del producto (que permanece constante en primera posición), ha entrado una nueva variable: el impacto ambiental del producto y de su envase y los efectos negativos que estos tendrán sobre el planeta.

Más del 90 % de quienes compran está atento al ecosistema y a su protección. Pero hay aún más: según recientes estadísticas recopiladas por Comieco (Consorcio Nacional Recuperación y Reciclado de los Embalajes a base de Celulosa), la percepción que el comprador tiene de una marca está más y más estrechamente relacionada con la sostenibilidad del envase del producto y, en particular, con la facilidad de interactuar con este, desde la apertura hasta (y especialmente) su eliminación.

Algo se ha movido, pero, para poner en práctica la revolución se necesita visibilidad. Y ahí es donde entra en juego la gran distribución: para hacer frente a las nuevas exigencias de eco-envasado ocurre proponer modelos de consumo que correspondan a las reales necesidades de los clientes y de la colectividad, es decir que permitan un uso más consciente.

Y, al final, esta es exactamente la apertura al cambio que los constructores deseamos (y en que estamos trabajando) desde hace años. Pero, ¿cómo proceder? En primer lugar, será necesario que cada vez más realidades productivas inviertan en nuevas tecnologías y materiales, que sean verdaderamente sostenibles. Pues, hay que evitar el overpackaging y ampliar la gama de productos biodegradables y compostables, por supuesto. Pero, ¿qué hace un envase para alimentos ideal? Primero, tiene que respetar el producto, garantizándole altos niveles de protección y conservación, dándole buena visibilidad y vehiculando toda la información necesaria, desde la origen hasta el soporte a la venta. Y desde el punto de vista de la conservación de los alimentos, es evidente que los envases plásticos todavía son los más funcionales, en la mayoría de los casos. ¿Qué hacer, por lo tanto? La respuesta al problema sólo es una: el monomaterial plástico.

Porque si es verdad que la sensibilidad de los usuarios ha aumentado por lo que concierne la recogida selectiva, también es cierto que en el mercado todavía hay demasiados plásticos acoplados a otros materiales o a otros tipos de plástico no reciclable que, aún más grave, a menudo son elogiados como el futuro de la industria. Los plásticos acoplados podrían parecer más performantes en fase de uso pero, al final de su ciclo de vida, no son reutilizables de ninguna manera. Por el contrario, un proyecto de economía circular se basa precisamente en el prolongamiento de la vida de los envases, sin mencionar que las confecciones de más de un material, aun cuando en parte reciclables, generan confusión desde el punto de vista del reciclo y, de toda forma, no son prácticas para el consumidor.

El monomaterial plástico (de envoltorios, películas y paquetes de varios tipos), en cambio, es fácilmente desechable para el consumidor final y para las empresas que deciden invertir en soluciones green y, sobre todo, puede renacer y convertirse en un nuevo envase en grado de asegurar óptimas prestaciones.

Consideremos que, actualmente, mientras que el papel es reciclable pero no reutilizable para envases alimentarios, el monomaterial plástico puede reciclarse (casi al infinito) manteniendo intactas su propriedades. En suma, si correctamente reciclado, el plástico tiene un impacto ambiental menor con respecto a cualquier otro material generalmente usado para confeccionar productos hortofrutícolas, además de generar un gran número de actividades económicas derivadas y de garantizar, por tanto, ventajas económicas y ambientales.

En REV, comprometidos en diseñar soluciones para exigencias específicas de todo tipo, desde hace años realizamos máquinas para crear envases monomateriales y totalmente reciclables.

Es exactamente el caso de las cestas enmalladas producidas por la envasadora horizontal Lion en que, ya a partir de 2010, la soldadura térmica sustituye la grapa metálica. La novedad del envase NGP producido por Lion resulta de su perfecta síntesis de economía y ecología (menor empleo de plástico significa costes más bajos, para la producción y para la eliminación, y menor impacto ambiental), sin que se afecte la estética o la funcionalidad de la cesta (y, más bien, el espacio comunicativo de la etiqueta es más amplio respecto a lo de los paquetes tradicionales). Más detalladamente, las cestas NGP tienen un 20 % menos de material comparado a las confecciones con grapa metálica y el 50 % respecto a cestas similares de nuestros competidores y aseguran, de esta manera, un ahorro del 6 % y 40 % respectivamente.

Otros ejemplos son Tiger, envasadora vertical que elimina la grapa de las confecciones de productos sueltos en línea, y Puma enmalladora vertical que, además de realizar paquetes sin grapa metálica y 100 % reciclables (de bolsa o en línea), como Lion utiliza hasta el 50 % menos de plástico comparada a las máquinas de los competidores. Por último, con todas las máquinas con soldadura térmica producidas por REV, es posible utilizar materiales compostables certificados (OK compost), en sustitución a los plásticos reciclables.

En definitiva, en REV creemos que ha llegado la hora de un nuevo enfoque del tema de la sostenibilidad: es necesaria una verdadera inversión en términos de tiempo y proyectualidad. Claro está que las novedades implican unos riesgos pero, económicamente y no, el paso al monomaterial sólo puede ser conveniente, para los envasadores también. Quienes tienen el poder pongan en marcha el mecanismo: este es el llamamiento de REV a la GDO y su invitación a aunar fuerzas en esta carrera contra el reloj. No olvidemos que “el progreso es imposible sin el cambio” (George Bernard Shaw) y que, sobre todo, no hay planeta B! ¿Quién se atreverá a tomar la iniciativa?